La incontinencia urinaria no es una enfermedad, sino un síntoma. Puede ser causada por determinados hábitos diarios, enfermedades de fondo o problemas físicos. Una evaluación exhaustiva a cargo del médico puede ayudar a determinar qué produce la incontinencia.
Incontinencia urinaria transitoria
Ciertos alimentos, bebidas y medicamentos pueden actuar como diuréticos (estimulan la vejiga e incrementan el volumen de orina). Algunos de ellos son:
- Alcohol
- Cafeína
- Gaseosas y agua mineral con gas
- Edulcorantes artificiales
- Chocolate
- Chiles
- Alimentos con alto contenido de especias, azúcar o ácido, especialmente los cítricos
- Medicamentos para la presión arterial y el corazón, sedantes y miorrelajantes
- Grandes dosis de vitamina C
Dicho problema también puede ser a causa de una enfermedad fácilmente tratable, por ejemplo:
- Infección urinaria. Las infecciones pueden irritar la vejiga, provocar una fuerte necesidad de orinar y, en ocasiones, incontinencia.
- Estreñimiento. El recto está ubicado cerca de la vejiga y comparte muchos nervios. Las heces duras y compactadas en el recto hacen que estos nervios se mantengan activos en exceso y aumenten la frecuencia urinaria.
Incontinencia urinaria persistente
La incontinencia urinaria también puede ser un trastorno persistente causado por problemas físicos o cambios de fondo, entre ellos:
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Embarazo.
Los cambios hormonales y el aumento de peso del feto pueden provocar incontinencia de esfuerzo.
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Parto.
El parto vaginal puede debilitar los músculos necesarios para controlar la vejiga y también dañar sus nervios y el tejido de sostén, lo que lleva a que el suelo pélvico descienda (prolapso). El prolapso puede empujar hacia abajo la vejiga, el útero, el recto o el intestino delgado de su posición habitual, y hacer que asomen en la vagina. Dichas protuberancias pueden asociarse a la incontinencia.
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Cambios a causa de la edad.
El envejecimiento del músculo de la vejiga puede disminuir la capacidad de almacenar orina. Además, las contracciones involuntarias de la vejiga se vuelven más frecuentes con el pasar de los años.
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Menopausia.
Después de la menopausia, las mujeres producen menos estrógeno, una hormona que ayuda a conservar sana la membrana que recubre la vejiga y la uretra. El deterioro de estos tejidos puede agravar la incontinencia.
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Histerectomía.
En las mujeres, la vejiga y el útero están sostenidos por muchos músculos y ligamentos que comparten. Cualquier cirugía que involucre el aparato reproductor de la mujer, por ejemplo, la extracción del útero, puede dañar los músculos de sostén del suelo pélvico y producir incontinencia.
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Agrandamiento de la próstata.
Especialmente en los hombres mayores, la incontinencia a menudo proviene del agrandamiento de la glándula prostática, una afección conocida como «hiperplasia prostática benigna».
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Cáncer de próstata.
En los hombres, la incontinencia de esfuerzo o la incontinencia imperiosa pueden asociarse a un cáncer de próstata sin tratar. Pero, más a menudo, la incontinencia es un efecto secundario de los tratamientos para el cáncer de próstata.
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Obstrucción.
Un tumor en cualquier parte de las vías urinarias puede obstruir el flujo normal de orina y ocasionar incontinencia por rebosamiento. Los cálculos urinarios (bultos duros similares a piedras que se forman en la vejiga) a veces pueden causar pérdida de orina.
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Trastornos neurológicos.
La esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson, un accidente cerebrovascular, un tumor cerebral o una lesión medular pueden interferir en las señales nerviosas involucradas en el control de la vejiga y causar incontinencia urinaria.